Steve Jobs murió el
pasado 5 de Octubre. Nació en 1955 en San Francisco, la misma ciudad que le ha
visto morir. Tuvo una hermana biológica que fue dada en adopción junto con él a
padres diferentes. Sus padres biológicos eran una pareja de novios, con dos
hijos, que no se casaron por discrepancias de la familia política. La madre
decidió darlos en adopción. Jobs jamás habló con ellos. La primera familia que
lo adoptó, lo devolvió al orfanato. Finalmente, fue vuelto a adoptar por otra
familia de clase media-baja, de forma definitiva. Su padre adoptivo era
mecánico. Fue él quien le habituó a montar y desmontar cacharros eléctricos,
para lo cual tenía una inteligencia innata.
Se matriculó en la
universidad, pero la dejó a los seis meses. Sentía que no aprendía nada. También
porque veía que sus padres adoptivos no podían pagar las tasas de matrícula. Se
apuntó a unos cursos de tipos de grafía y diseño, que luego resultaron
esenciales. Entró a trabajar en Atari. Viajó a la India unos meses. Se hizo
vegetariano estricto hasta el final de su vida. Comía sólo vegetales orgánicos
y pasta. También probó el LSD. Fanático de Bob Dylan, enamorado de los Beatles,
fue novio de Joan Baez. A finales de los 70, fundó Apple con Steve Wozniak.
Inventaron el ordenador personal en un garaje. Trabajaba sin parar. En su casa
no había muebles. Aparecía para cenar, vivía en la empresa. Llegó el éxito. Era
un genio. No dejaba hablar. Tenía un ego gigante. Destruía el trabajo de sus
subordinados ante el menor fallo. Detallista y minimalista.
Todo fue bien hasta
finales de los 80, tras una lucha por el poder dentro de Apple debido al
fracaso del nuevo ordenador Lisa, nombrado así en honor a su recién reconocida
hija Lisa nacida en 1978 de su
relación con su antigua novia Chris-Ann Brennan. Le echaron a la calle. Fundó
su propia empresa, Next, donde creó un potente ordenador que fracasó. Entonces conoció
a su mujer Laurene, con la que se casó en 1990. El fracaso de su empresa Next
le hizo más humano. Al nacer su hijo Reed, pasó más y más tiempo en casa.
Nacieron sus hijas Erin y Eve. Aprendió a escuchar. Se olvidó de la etiqueta:
vestía siempre Levis 501, zapatillas New Balance, camiseta negra. Pero los
coches, alemanes y caros: Porsche o Mercedes. Era la fortuna 136 del mundo. En 1996, Apple compró su
empresa Next, le readmitió como CEO. La nueva etapa, fue más intensa aún, y
mucho más sólida. Es la etapa por la que será recordado como un visionxario que
revolucionó la industria: inventó el Smartphone (teléfonos inteligentes) con el
Iphone, cambió el negocio de la música con el Ipod, inventó el PC portátil del
futuro, el Ipad, hizo que los ordenadores se vendieran sin libros de
instrucciones. Que la tecnología fuera bella, útil, estable.
Sabía que le quedaba poco
tiempo. Hace unos días, le pidió a su hijo que le llevara en coche para ver
Palo Alto por última vez. Uno de sus mejores amigos, el Dr. Ornish, le preguntó
hace poco si estaba contento por el hecho de haber tenido hijos, y le respondió
de forma contundente: “es 10.000 veces lo mejor que he hecho jamás”. Se fue
despidiendo de sus mejores amigos y fue preparando con Walter Isaacson su
biografía, porque quería que sus hijos le conocieran: “no estuve con ellos
siempre”, le dijo a Isaacson, y “quisiera que me entendieran y comprendieran lo
que hice con mi vida”.
Creía que todo el
problema de Microsoft era su falta de gusto. La ética quedaba expuesta en la
estética de sus productos. Era un hombre con defectos. A veces creyó que era un
dios, pero su mujer le rescató del barro -¡cherchez la femme!-. Fue un hombre
complejo. Como todos los visionarios. Un Quijote loco que se empeñó en poner el
foco en lugares que nadie había imaginado. Un hombre, y sólo un hombre al fin y
al cabo. Pero un hombre veraz. De una pieza. Blindó su vida privada. Nunca
perdió el tiempo con frivolidades. El dinero era un medio, no una meta. Murió
rodeado por la familia que él nunca tuvo. La luz más intensa, estética más
cegadora, la encontró en casa. En esa casa que nunca tuvo de niño y adolescente.
Encontrar al fin, el hogar. Volver a casa, para saber quien soy. La vida es
corta, y no se puede herir ni ensuciar la eternidad con una vida miserable y
mentirosa. No merece la pena. Y otra lección que nos da su vida: el error de
sus padres biológicos, se transformó en una bendición para el mundo. Steve Jobs
fue dado en adopción porque nació en el año 1955. Si hubiera sido concebido en
1985, quizás no habría llegado a nacer, porque su madre habría abortado antes
de darlo en adopción. Lo mismo habría pasado con Obama. ¿Cuantos Einsteins, Nelsons
Mandela, Jobs, Teresas de Calcuta, etc nunca nacerán para “que no sufran”? A
base de querer evitar el sufrimiento, cerramos la esperanza del futuro. Esa es
la raíz que destruye la innovación y la esperanza en nuestra sociedad opulenta.
Esa manía de creernos dioses que lo predicen y controlan todo con su pequeña
razón. Su segundo padre adoptivo, era un mecánico. Una buena persona, que
recogió lo que otros rechazaron. Que le enseñó a soñar con cambiar el mundo
desde un garaje. Seguro que el pequeño Jobs le robó muchas tardes a su
padrastro. Pero fue una inversión magnífica.
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