LO DE SESEÑA
El asesinato de una adolescente de 13 años en Seseña a manos de su
compañera de clase, ha conmocionado a la sociedad. Inmediatamente se ha pedido
un endurecimiento de la Ley del Menor. El juez de menores Emilio Calatayud, ha recordado que los centros de menores son cárceles, donde se oye a niños llorar.
Para Calatayud, los juzgados reciben los efectos del problema, pero las causas
se encuentran en el actual modelo de familia, escuela y medios de comunicación.
En las formas actuales de convivencia familiar, prima el ajuste emocional entre
los cónyuges sobre los hijos. Y para ajustarse emocionalmente, la educación
sentimental que proponen los programas del corazón son circos de
mujeres-hembra, brujas seductoras fracasadas, supermachos que golpean o
prostituyen, divos con trastornos sexuales o de personalidad, que contemplan su
diversidad como gloria y superioridad sobre el resto de los mortales. Lo
importante es el exceso, lo espectacular.
De tanto repetirlos, los jóvenes
suponen que esas conductas son normales y los padres acaban renunciando a tomar
partido y dejan que cada cual vaya a su bola y que los hijos “escojan lo que
mejor les parezca cuando sean mayores”. En la escuela, los profesores están tan
desbordados, que lo único que les preocupa es que los alumnos “estén sentados
en las aulas”. Los políticos, sueñan con una escuela, instituto y universidad
que ayude a aquellos que van a competir en el mercado. Y para vencer en ese
mercado, en la economía del conocimiento y del saber, se valora un sólo
conocimiento: el mercantil. Nuestra sociedad ha dejado de comunicar otros
valores que no sean los bursátiles.
Luego ocurren casos como el de Seseña y
recurrimos a un ejército de psicoterapeutas que nos muestran la otra cara de la
moneda: ansiedad, infantilismo, jóvenes que no salen de casa, porque lo tienen
todo dentro y nada fuera de ella: sin estabilidad laboral, sin vínculos
estables. De tanto repetir modelos de comportamiento marginales, se convencen
de que nada es más antinatural que la familia natural de lazos estables y
duraderos, con padre, madre e hijos, donde todos aprenden de todos, donde se
aprende a exigir, a perdonar, a hablar en torno a una mesa cada día.
Pero
gracias a estas familias nos ahorramos muchos psicoterapeutas, policías,
jueces. Para prevenir la desestructuración social, hay que ayudar más a la
familia con horarios que favorezcan la conciliación familiar; con más ayudas
del Estado por hijo. Es la mejor inversión. Y sobre todo, proteger a los más
jóvenes, perdiendo el miedo a sancionar económicamente a aquellos medios de
comunicación que se lucran con modelos de conducta lesivos para la convivencia
mediante los Consejos Audiovisuales. Las televisiones no son sólo empresas que venden
publicidad. Son responsables, junto con los partidos políticos, los padres y
sistema educativo de la desestructuración o la estructuración de nuestra
sociedad.
Etiquetas: Columnas
2 comentarios:
y la "asesina" era "gitana", "mora", "sudaca"? como me dicen tantos blogs espanoles que son los "delincuentes" en Espana?
Saludos Claudio!
Eres -sigues siendo- el número uno.
Saludos.
Rafa.
Publicar un comentario
<< Inicio