jueves, enero 14, 2010

Antonio Fontán




Decía León Felipe, prologando a Walt Whitman, que los poetas no tienen biografía, tienen destino. Es algo común a los grandes hombres. La rica y ejemplar biografía de Antonio Fontán no cabe en un folio, pero sí la síntesis de lo que supuso su sabia presencia entre nosotros. A los que le debemos tantas cosas, sólo nos queda pensar, con Cicerón, que la vida de los muertos es la memoria de los vivos.

[vía: ECD, Miguel Angel Gozalo] 

Antonio Fontán sabía bien el imposible de hacer un periódico de oposición, como los defensores de las Termópilas sabían que los persas terminarían pasando. Pero los trabajadores y redactores, llegado el momento, prefirieron el cierre del diario a transigir con un director impuesto por el ministro de turno. Transigencia que les hubiera permitido garantizarse la nómina de fin de mes. Por eso fue inolvidable la estampa de aquella votación en la que la plantilla del Madrid transgredió la ley de la gravitación laboral y decidió que más valía Fontán con honra que la continuidad en el empleo con vilipendio. Pasado el tiempo, la perspectiva adquirida confirma que valió la pena semejante proceder.

Fue una ocasión límite, iluminadora sobre la condición humana. Queda bien definida por los versos de Agustín García Calvo: "Enorgullécete de tu fracaso / que sugiere lo limpio de tu empresa". Valió la pena y Antonio Fontán alguna vez mirando alrededor decía que los demás se habían salido con la nuestra. Es la hora de guardar la memoria de Antonio Fontán como un estímulo que saque también de los periodistas de ahora mismo lo mejor. Atentos.

[El Pais, Antonio Fontán y los extraterrestres, Miguel Angel Aguilar

 Don Antonio Fontán, en sus 86 años de fecunda existencia, ha sido muchas cosas en la España que le tocó vivir. Tenía una inteligencia prodigiosa, una profunda religiosidad, una apabullante cultura, un ansia constante de libertad y un acendrado patriotismo. Él, que era un latinista sensacional y que fue catedrático de Universidad a una edad en la que algunos buenos alumnos todavía no han terminado sus carreras, no quiso quedarse en la torre de marfil de los eruditos y los sabios, y se comprometió siempre con su país. Por eso digo que Fontán fue, por encima de todo, un patriota.

[ABC, Esperanza Aguirre


Como estudioso del Humanismo de los siglos XV y XVI, Fontán estampó su firma en una larga serie de publicaciones ad hoc, de las que citaré algunas que recuerdo de memoria, como Humanismo romano, Juan Luis Vives, Españoles y polacos en la Corte de Carlos V (en colaboración con Jerzy Axer) y Letras y poder en Roma. De su última obra en este terreno, Príncipes y humanistas, me ocupé en estas mismas páginas hace unos meses. Reunía trabajos sobre señeros humanistas del Renacimiento europeo, como Dantisco, Vives, Erasmo, Tomás Moro, Maquiavelo, Antonio de Nebrija y Benito Arias Montano. A Fontán le interesaba, sobre todo, la íntima relación que mantuvieron estos primeros espadas de la cultura con los príncipes de la época, ya fuesen papas, reyes, emperadores, prelados, nobles o ministros responsables de la res pública, a los que aconsejaban en sus tomas de decisión, influyendo de forma considerable en su pensamiento político y hasta en su modo de comportarse tanto en público como en privado. Se trataba, por tanto, de unos scholars realmente engagés con el momento histórico que les tocó vivir, como Antonio Fontán, no como esos intelectuales maudits que, a partir del Romanticismo, riñeron con las bases sociales que los vieron nacer y se situaron al margen de la Historia, refugiándose en la autodestrucción.




"Dejo esta vida sin tristeza ni pesares, y con la alegría de haber hecho algunas cosas…

Ofrezco esta agonía por la Obra, a la que he dedicado mi vida: el Opus Dei, por mis hermanos y especialmente por el Padre… Por la Iglesia y el Papa…

¡Y por España!

Agradezco a todos y los que me habéis cuidado, tanto a los de mi casa como a todos los parientes y amigos… A mi hermano, Eugenio y a mis numerosos sobrinos… A todos, muchas gracias."

[Últimas palabras de Antonio Fontán, Enrique Monasterio]



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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

3:22 a. m., enero 22, 2010  

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