jueves, septiembre 13, 2007

MADELEINE

madeleine

Hoy en día las familias son frágiles. Las megaurbes modernas, nos alejan unos de otros. Antes los niños se criaban con los tíos, los abuelos, jugaban en la calle. Hoy, los padres correteamos de un lado a otro, dejamos a los niños aparcados en colegios, y cuando hay una fiebre, hay una catástrofe. Por eso huimos con frecuencia fuera unas semanas. Y como nunca hay tiempo para hablar, se va uno al restaurante alguna noche con el marido / mujer, por pura higiene mental, para retomar el hilo de aquella conversación que se inició en algún punto lejano del tiempo, y que yace quebrada en el interior de la pareja mientras andan metidos en mil obligaciones que ya se encargan de elevar a la enésima potencia los mas pequeños de la casa. Por eso entiendo la tentación de dejar a sus hijos en el apartamento, de hablar un par de horas con gente adulta, de despejar los balones del stress al borde de una piscina bajo la luz de las estrellas, mientras iban a comprobar si los niños estaban bien cada media hora. Fue un error terrible, pero en cierta manera, les comprendo.

kate mccann

También intuyo el dolor de esa huérfana de hija que es Kate Mc Cann, con su belleza gélida, su fragilidad rígida, proyectada como un espejo del absurdo por los ciberespacios mediáticos del planeta. Su rostro, es como una zarza marmórea y rubia ardiendo por dentro, un dolor sin fin que no desaparece porque nunca llega a agotarse en sus propias cenizas. Sus gestos y su cuerpo son el producto mediático perfecto para los desaprensivos: carne fotogénica que se cuece sin consumirse en los telediarios, con un fuego alimentado por las filtraciones de una policía portuguesa inepta y corrupta, que filtra lo que no sabe o lo que le conviene, pero, que es incapaz de cerrar el caso, porque no tiene lo único que hace falta para cerrarlo: las pruebas suficientes que inculpen al asesino o secuestrador.



Y todo este circo, se mantiene, en el fondo, porque los padres lo montaron y lo mantienen. Y lo mantienen, porque saben, que si la llama del interés público que les está arrasando se apaga, sus esperanzas desaparecerán para siempre. Si la historia de esta tragedia, la desaparición de su hija se apaga en el presente, el horizonte vital de los Mc Cann se cerrará para siempre. Su vida es un horror si continúan con la campaña por su hija. Su vida será un horror puede que mayor, si se dan por vencidos y abandonan la búsqueda. Soportan la certidumbre del horror, presente y futuro, porque mantienen la esperanza, la esperanza en que no está todo hecho y dicho. Se sienten impotentes, pero, saben que no todo depende exclusivamente de ellos. Esperemos que ese otro mundo que no les condena, les apoye en la búsqueda.


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