viernes, abril 20, 2007

Terminator en el campus del Mal

Treinta y dos estudiantes y profesores asesinados en la sede del conocimiento, en la cuna de los ideales, en la Universidad de Virginia, por un perturbado de origen coreano. Todo ese mundo terminator de violencia lúdica, que nuestros jóvenes beben y vuelven a beber de las fuentes de Hollywood todos los días, ha vuelto a chocar con la realidad de la carne rota por el plomo de unas balas. Si el sonido de la libertad, es el sonido de las armas como dice el gobernador del estado de Florida, Jeb Bush, hermano del Presidente, George W. Bush ¿Cuál es el sonido de las armas automáticas chocando contra las almas llenas de miedo de un país que está en guerra permanente contra sí mismo? ¿Dónde está la alegría de los veintiséis mil estudiantes veinteañeros del Campus, que pueden ser arrojados al lado salvaje por un paranoico (ver fotos y post en Guerra Eterna contra la NBC) que ha comprado toda una artillería por Internet? ¿Guerra contra el terrorismo llenando de terror y de cámaras cada esquina? ¿Es esa la solución que exporta la factoría Mc. Donalds al mundo?

Es cierto, que también a nosotros nos puede pasar. Toquemos madera. Pero, América del Sur (por ejemplo 1, 2), y USA (muy razonable el editorial de The Economist: America's Tragedy) en especial, se llevan la palma. América, exceptuando sus extremos norte y sur, es un continente con una seria apoplejía moral: igualan libertad a seguridad y miedo a poder. Y es mentira. La libertad sólo puede crecer allí donde no se considera que el otro es un malvado en potencia, sino una potencia hacia la bondad. Hay más en dar que en recibir, decía Pablo de Tarso, y hay más en el bien que en el mal. ¿Qué no tienen la culpa? Es verdad a medias. En los EEUU, hay cientos de millones de armas en cada esquina, y un lobby que mueve montañas de dinero, porque el otro es malo, y quiere arrancarte la cabellera. Y así ocurre, que una sociedad acaba enferma, porque, como decía Chesterton, a quien se le endurece el corazón, se le acaba por reblandecer el cerebro. Es obvio que las armas deben de estar controladas, y sin embargo siguen sin verlo. La ley de la selva, sólo es buena para la selva. Eso que decía Nietzsche, de que “a mí me corresponde decidir lo que es para mí el derecho, fuera de mí no existe ningún derecho”, es una atrocidad que se disuelve leyendo una noticia como la de esta masacre. Michael Moore ya tiene material para una segunda parte más sangrienta de Bowling for Columbine, ese documental tan realista, lleno de blancos pijos calvinistas que se sienten elegidos para perseguir el mal que está mas allá de la verja de su chalet. Que profundas son las tumbas de ese holocausto de jóvenes arrebatados por la violencia de los que no quieren ver. Y aquél profesor judío que sobrevivió al Holocausto. Tanta guerra preventiva, tanto miedo a los malos, y todavía no entienden que hay que prever la paz con ausencia de armas. Que pena que ya no podamos oír nuevas canciones de David O’Neill, asesinado en el campus, que colgaba en su página web www.residenthippy.com. Descansen todos en paz.

[Diario Informacion]

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