viernes, junio 16, 2006

EL PARAÍSO DEL FÚTBOL

Me gustan los mundiales, como a casi cualquier mortal que pueble este planeta. La final de la copa del mundo, la verán, según algunas estimaciones, 1000 millones de personas. Son muchos los que afirman que el fútbol es una adormidera para sedar a las masas, y viene a la memoria aquel grito de la plebe romana en el Coliseo, cuando gritaban “pan y circo”, una y otra vez. Sin embargo, el hecho de que unieran ambas cosas, el pan y la diversión, da que pensar. ¿Porqué poner al mismo nivel el pan, el sustento imprescindible para vivir, con la diversión, el juego, que se supone que es superfluo?

Una figura como Ronaldinho tiene más admiradores en el planeta que cualquier premio Nobel. ¿Es esto normal? ¿Por qué los mundiales de fútbol, se han transformado en un acontecimiento universal? Porque en el fondo, el juego es imprescindible para vivir. En nuestras profundidades humanas más íntimas late un deseo de ver ganar a alguien que nos representa tras una pelea noble, generosa y justa, con normas iguales para todos, donde el vencedor sea aquel que mejor sabe coordinar su equipo, y donde el perdedor, se somete noblemente a los resultados, y saluda al contrario. Un conjunto de regates y pases magistrales que terminan en un golazo, son una joya que queda anclada para siempre en la memoria de los hombres de una generación. ¿Quién no se acuerda del gol de Maradona en el 86? ¿Quién se olvidará del gol de Fernando Torres contra Ucrania, tras la sucesión de driblings espectaculares de Puyol? Quien crea que el fútbol o cualquier otro deporte de masas es una tontería, no ha entendido nada de lo humano, no sabe cuales son los mimbres que unen la razón y el corazón de los hombres, no sabe de que estamos hechos.

El partido se vive con gran tensión, porque el fútbol es como la vida, donde el azar, la suerte es importante, y hay que saber aprovecharla o luchar contra ella para retenerla o superarla. ¿Quién no ha sufrido y vivido la suerte en la vida? ¿Quién no conoce a aquel que aprobó la oposición porque le salió el tema que mejor se sabía? ¿Quién no fue contratado por esa gran empresa, porque estaba casualmente en el sitio y el lugar adecuados? Y al revés, ¿Quién no conoce a nadie que no ha tenido suerte, y por eso despierte lástima? Ah…la vie, c’est la vie. La vida es autodisciplina, reglas, organización. Pero también es suerte, pillería, resistencia ante la desgracia que viene de forma azarosa. Y el resultado del juego, de nuestra vida, no está nunca escrito de antemano.

Cuando dentro de unos días se celebre la final, los ojos del planeta estarán pendientes de 22 hombres encerrados bajo los focos de una catedral alfombrada de césped. Esperemos, como decía el Joseph Ratzinger en 1978 , que la seriedad sombría del dinero y la lucha de los intereses mercantiles, no echen todo esto a perder. Jugar, es volver a la infancia, es el recuerdo del paraíso.

Cuando vuele el balón hacia la portería y esa imagen sea multiplicada infinidad de veces en las pantallas de los hogares de nuestro planeta, será un paréntesis de juego. Sin ilusiones no se puede vivir. Sin un deseo de bien, de felicidad, de victoria de lo justo, no podemos ni levantarnos de la cama. Por eso el juego con reglas justas, con espíritu de equipo, tiene tanta demanda. La lucha y la pasión por el bien, no es el código que guía a los débiles, como decía Nietzsche, sino que es el único aire que pueden respirar nuestros pulmones para continuar caminando. Incluso los personajes más perversos, creen que es necesaria su maldad para conquistar algún bien. Es un hecho demostrado que siempre recaudan más las películas de Hollywood donde se reflejan los grandes valores humanos, donde la pasión por la justicia y el bien, se imponen al mal. Jugar, divertirse, es un paréntesis, para saborear aquél paraíso originario donde siempre recargamos las pilas.

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2 comentarios:

Blogger caminante ha dicho...

De acuerdo, caro amigo.
Si comprendemos el meollo de las palabras encontramos la ruta para llegar a puerto seguro.
Desentrañemos las palabras y encontraremos el camino. Pensemos.
Un fortísimo a brazo.

12:01 a. m., junio 21, 2006  
Anonymous Anónimo ha dicho...

He entrado en tu blog. Es congonudo. Estamos en contacto.
un abrazo, angel

8:40 p. m., junio 22, 2006  

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