miércoles, diciembre 07, 2005

CALOR

La tierra se recalienta, mientras Nueva York consume tanta gasolina como toda África. Vivimos disparados hacia el progreso, pero, ese disparo conlleva un peligroso retroceso de destrucción ecológica, que mata el musgo donde se cobija la vida frágil de nuestro genoma y nuestra bios. El sol abrasa, recalienta la tierra reseca sin agua. La sequía se expande, y el cambio climático hace que el nivel de los océanos suba, que cambien las corrientes marítimas y aumente el número de catástrofes climáticas. El recalentamiento de la tierra hace que miremos a la ciencia con otros ojos, porque con ella podemos destruir nuestro entorno. La caja de Pandora, se abrió, y los ángeles del cielo y del infierno ya no gobiernan el cosmos. Las leyes científicas y asépticas engendraron una tecnología que ha sido revestida con la túnica sagrada del bien y del mal, dirigiendo la destrucción de nuestro planeta. Arriba, en la pirámide de nuestro conocimiento, nos gobierna una pizarra llena de ecuaciones y logaritmos, sin sentidos, sin sentimientos. El orden se ha convertido en caos. Niels Bohr se reía de Einstein, diciéndole que no debía decir a Dios lo que tenía que hacer, Ahora es la tecnología la que se ríe de nosotros y proyecta su poder sobre nuestro futuro humano, amenazando con aniquilarlo y dictando cuáles son los límites. La ciencia hay que usarla con cuidado. "El sol y la muerte no se pueden mirar de frente", escribió Rochefoucauld. Hay que tenerle más respeto al sol, a nuestro mundo. El sol derritió la soberbia de Icaro, que osó plantarle cara. Nuestro ecosistema herido nos recuerda que somos parte de la cadena trófica, no estamos por encima de la naturaleza sino en ella y debemos usar nuestra tierra con delicadeza. Ya lo decían los griegos: nada en exceso. Como simples veraneantes, sólo nos queda adaptarnos al calor. Combatimos el calor peinando con nuestros cuerpos las arrugas del mar a todas horas. En casa, los rompeolas del calor, esos ventiladores comprados en las rebajas, disparan desde las esquinas salvas en honor de Eolo. Por las noches, el calor, ya no respeta ni las madrugadas hondas, esas que empiezan cuando ya despunta el día y el rocío se cuaja en las pupilas adolescentes de unos geranios, que incendian con su lluvia roja de pétalos los balcones. A todo esto, los amantes están felices, porque tienen tiempo para mirarse y hablar, despreciando nuestras preocupaciones. Ellos prefieren el duelo abrasador de las miradas, ese otro sol que abrasa dulcemente las entrañas. Los amantes, como decía Octavio Paz, saben que sólo con el calor de la piel, se puede escuchar la respiración, la marea del ser, la sílaba olvidada donde empieza a apagarse la sed que siempre sentimos desde el comienzo. Publicado en Diario de Ibiza

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1 comentarios:

Blogger ave ha dicho...

porque ya no escribes,es mayo 2008 y no veo mas tus post..porque???

8:38 a. m., mayo 20, 2008  

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