AQUELLAS TORRES GEMELAS
Se cumplen cinco años del 11-S. El complejo de las Torres Gemelas, se denominaba World Trade Center (Centro Comercial del Mundo). Era un complejo catedralicio de cristal que reverberaba como un enorme lampadario barroco en las aguas del río Hudson. Arriba, en el último piso había un restaurante que se llamaba Windows on the World (Las Ventanas sobre el Mundo). Desde ese restaurante, enclavado en el centro financiero y editorial mas poderoso del mundo, se podía contemplar desde arriba la estatua de la isla de Ellis Island, la Estatua de la Libertad, con su hieratismo cartesiano.
Parecía un diálogo entre las dos torres y una estatua que parecía demostrar que Dios había dado un “golpecito” al universo hacía mucho tiempo, para que echara a andar, pero, que a partir de aquella hora, el mundo estaba a los pies de aquellas torres, porque todo el comercio de la tierra suplicaba llegar alguna vez a alcanzar en forma de haces electrónicos esos altares sagrados que son las pantallas planas de Wall Street. Sólo había que tomarse un café en la planta 107 para comprobarlo.
Lo que más impactó del atentado, fue la fragilidad de la enorme mole de acero y cristal. Todo era frágil. El centro de poder financiero mas importante del mundo, derribado por unos fanático armados con cutters. La pregunta que hay que hacerse también, cuando ya ha pasado algún tiempo para digerir aquello, es si nuestro modelo de desarrollo es tan lógico, racional y perfecto como dan a entender esas torres que reflectan el sol del Poder. Hace un año, se incendió la Torre Windsor y hace unos días se incendió la obra de esa enorme Torre Espacio que están haciendo en Madrid (una paradoja llamarse espacio, cuando se ha hecho una supertorre, precisamente porque no hay terreno suficiente). Los rascacielos son auténticas ratoneras. A partir del piso 20 los bomberos no pueden subir. Y luego está la manía de hacerlas de cristal lo que hace que las torres se transformen en absurdos invernaderos, donde el aire acondicionado hiela a la parte que no le da el sol, y cuece a los que les da el Lorenzo. Además, son incómodas, por mucho que me quieran convencer de que el supositorio ese de Aguas de Barcelona es lo más in en arquitectura.
Hace unos años terminaron de construir el rascacielos mas alto de la tierra en Taiwán, con un peso de unas 700.000 toneladas. Ahora resulta que el enorme peso del mastodonte, está haciendo presión sobre una falla, y le acusan de provocar terremotos. En Shangai, la ciudad con el crecimiento más rápido del mundo, se construyen al menos una treintena de rascacielos al año. Ahora los geólogos han descubierto que la ciudad se está hundiendo a un ritmo de 10 milímetros al año. En 1993 el IRA puso un camión bomba en la City Londinense. La detonación rompió los cristales de cientos de edificios en un radio de Kilómetros, y casi lleva a la quiebra a Lloyds, una de las mayores aseguradoras del mundo, porque las pérdidas en cristalitos fueron brutales. Con un camión, casi llevan a la quiebra al segundo centro financiero del mundo. Y es que nuestro desarrollo que viaja a la velocidad de la luz, tiene un suelo y un techo de cristal. Desde pequeños nos enseñan que lo importante es ascender. Las tribus prehistóricas ya llevaban al jefe a hombros, porque el jefe quería separarse del mundo, estaba por encima de los mortales, y pertenecía a los dioses. Pero, tanto cristal, tanta altura, ¿para que?
Publicado en Diario InformacionEtiquetas: pensamiento
1 comentarios:
Tanta altura para no tener que edificar a lo ancho y no tener que talar tantos árboles.
Publicar un comentario
<< Inicio