miércoles, noviembre 25, 2009

LO ÍNTIMO




Relaciones íntimas, protección de la intimidad, intimar con alguien, quien abre la puerta de su casa enseña su intimidad: sabemos que la intimidad es esencial en nuestra vida. Si nuestra intimidad queda expuesta, se destruye o queda malherida nuestra individualidad única, nuesta irrepetibilidad.

Lo íntimo es aquello que es único de cada persona. Queremos conocer lo íntimo de los demás porque es ahí donde la singularidad de cada persona se muestra irrepertible. Pertenecemos a una misma especie, somos mamíferos, homínidos: pero cada uno es único, cada uno tiene una manera irrepetible de ser en el cuerpo (por eso protegemos nuestra desnudez: no hay desnudez igual a otra).

Existe la memoria de la persona, porque existe la intimidad. Nadie muere ni vive de la misma manera. La especie como tal, no tiene memoria, tiene restos arqueológicos, datos, información: pero no tiene memoria. Para que el dato se transforme en memoria, tiene que formar parte de un árbol vivo, el árbol genealógico de una familia o nación. Cada rama y cada hoja es distinta, porque cada hoja contiene un relato de un libro único.

No existen cámaras, ni micrófonos, ni Gran Hermano capaz de abarcar todo eso.

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martes, noviembre 24, 2009

CALENDARIO PERPETUO







El lunes es el nombre de la lluvia
cuando la vida viene tan malintencionada
que parece la vida.

El martes es que lejos pasan trenes
en los que nunca vamos.

El miércoles es jueves, viernes, nada.

El sábado promete, el domingo no cumple
y aquí llega otra vez -o ni siquiera otra:
la misma vez- la lluvia de los lunes.

De "La música extremada", Miguel D'Ors

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lunes, noviembre 23, 2009

TU VIDA EN UNA PELI





A Pilar, In Memoriam. Un beso



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sábado, noviembre 21, 2009

PODER, AUTORIDAD Y MAESTROS





En Alicante un profesor de sexto de primaria ha sido denunciado por un padre por vejaciones a su hija de once años por no hacer los deberes y hacerle copiar cien veces  “debo hacer lo que me manden”. El padre lo denunció, y el profesor ha sido llevado a juicio por “maltrato y vejaciones”. A principios de año, un padre residente en Pamplona con cinco hijos, fue denunciado por su hijo de diez años por darle dos bofetadas. Como lo expulsaron del colegio, y no podía darle ni un cachete, pues se lo entregó a la Policía Municipal “para que lo eduquen”. Le pusieron una multa, y le devolvieron el paquete. El pasado 25 de Septiembre el reconocido juez de menores Emilio Calatayud instó a la fiscalía para “actuar contra la serie ‘Física y Química’, un auténtico atentado contra el menor. Lanza mensajes peligrosísimos e impone a los menores cosas que no son. Altera la percepción de la realidad y siembran violencia”. Y así llegamos al absurdo de que un alumno puede dar una paliza a un profesor, y no le pasa nada porque es menor. No sólo eso, sino que se ha cambiado el Código Civil, para que cualquier niñato pueda denunciar a sus padres por darle un cachete o echarle una bronca.

El concepto de autoridad está en crisis. ¿Porqué hemos llegado a esto? Antes que nada hay que definir qué es la autoridad. En el Imperio Romano, apunta el profesor Sebastián Montiel, existía una diferencia notable entre la “autorictas”, ejercida  por el Senado (formado por una selección de familias o gens cuyo jefe era un patricio o pater familiae) y la “potestas” o “imperium” que detentaban  los magistrados y el pueblo, tal como recuerda Giorgio Agamben. La palabra autoridad proviene del latin “autorictas”, y al igual que las palabras “autor” y “actor” tienen su raíz en el verbo latino “augeo”, que significa aumentar. Para poder ser autores y actores de nuestra propia vida tenemos necesidad de ser “aumentados” por la autoridad de otros. De ahí que dicha autoridad sea para nuestro ser algo muy distinto del poder. El poder siempre fluye por cauces o arroyos legales que en nuestra sociedad modernas son cada vez más abstractos (papeletas de votos, votos electrónicos) porque corresponden a expresiones de voluntad de masas abstractas de individuos. La autoridad, en cambio, se transmite por cauces vitales (venas, arterias, nervios), concretos, cercanos y muchas veces genealógicos, familiares.

Digamos que una persona con autoridad es una persona con carisma, con un poder que es aumentado y reconocido por su sociedad. Por eso, Augusto, tal y como se cuenta en la Res Gestae, es el primer emperador romano que reclama para sí la potestas y la autorictas en el año 27 a. C., abrió su casa a la inspección pública. Al emperador se le supone poder, pero para ser aceptado y seguido como líder, debe de ser aceptado por la gente concreta con la que vive y se relaciona. Y sólo es aceptado cuando viene investido de autoridad. Y esa autoridad se consigue cuando la vida privada es una vida buena, virtuosa, que produce admiración. Una persona con autoridad, es muchas veces aquella persona del trabajo que no manda mucho, pero a la que todo el mundo pide consejo, porque cumple sus obligaciones, trabaja duro, es leal y veraz. Y cuando a esa persona, se le da poder, las cosas suelen ir muy bien. Y cuando el poder lo ostenta quien carece de autoridad, las cosas se van a pique. No se puede gobernar a base de mentiras, amenazas y poner sólo en la balanza los desnudos intereses.

El padre que denunció a su hija, no se preocupó de que su hija hiciera los deberes. Y no sería la primera vez. El profesor estaba harto, y la castigó. El padre y la madre de esa niña ¿tienen autoridad? ¿tienen ley? Lo que tienen es un gran televisor y una niña que les da el coñazo, y que la eduque el colegio, mejor dicho, que la entretengan. Vivimos en una sociedad desquiciada, donde los poderosos (políticos, grandes grupos empresariales, grupos de comunicación) están encantados de que exista una estricta división entre sus vidas privadas y su vida pública. La ola de corrupción que padecemos les importa un pimiento. Han descubierto que se puede ejercer el poder sin recibir la autoridad. Cierran sus casas, a cal y canto, y luego pasa lo que pasa: que un padre descerebrado quiere hacer lo mismo en su vida privada que lo que hacen los que mandan. La ejemplaridad se le supone a la escuela, al ámbito público donde se ejerce el poder (por ejemplo la escuela), y no al ámbito privado, donde él se mueve  en casa. 

Los ámbitos de los que emana el poder (medios de comunicación, políticos de los que emanan las leyes, grupos económicos) no tienen autoridad por su corrupción moral. Y esconden sus casas, no las muestran como Augusto. Esos ámbitos públicos, nos venden la burra de que velan por nuestros derechos, nuestra seguridad, y lo que velan es por sus intereses desnudos. Pero cuando la autoridad se separa de la ley los sermones políticamente correctos y casposos de los políticos y otras autoridades nos resbalan cada vez más. Todo el mundo se evade de sus obligaciones, porque se pone el énfasis en el poder, los medios, el dinero, y no en las obligaciones personales que estamos obligados a cumplir. A ver que profesor tiene narices en un instituto a cargarse a más del 30% de sus alumnos si así hiciera falta. Los demás le harán la vida imposible, porque crea problemas. Los padres, a su vez, no quieren que sus hijos suspendan en verano, porque les fastidian las vacaciones, y ¿qué haremos con los niños? Y los políticos, siempre oliendo por donde va el voto, pues hala, decreto y a pasar de curso con cuatro asignaturas. Y si la cosa se pone fea, pues con cinco. Nuestro presidente ZP, que también es padre, se dedica a penalizar los cachetes reformando el Código Civil, y manda a sus hijas a estudiar a Londres para que descubran que el Gótico es una época mucho menos desagradable que el Imperio Romano. Pero, que lo descubran, eso sí, bien lejos de su casa.


Basado en el post de Marcelo. Gracias.




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miércoles, noviembre 18, 2009

Historia de dos cerebros


Simplemente genial:




Parte I







Parte II














martes, noviembre 17, 2009

Educación Sexual con denominación de origen




Lo ha dicho Cayetana Guillén Cuervo, la Hipatia de la madrileña calle de Cantalejo: «En lo social, España avanza con el viento en la cara, orgullosa de conquistar terrenos que hace muy poco ni siquiera soñaba». Cinco millones de parados son, en efecto, más de lo que la socialdemocracia podía soñar para establecer su parque temático. Y para mantener las colas del Inem calientes, el socialismo de Puerto Hurraco ha puesto en marcha el consultorio de la Dra. Lola. «¿Nos hacemos unas pajillas?», se pregunta, en un bucle de regocijo, el Gramsci de Torresandino. Y a falta del ordenador y el inglés prometidos, Trini anuncia que quiere dar educación sexual en los colegios a partir de los 11 años, para que a los dieciséis ya puedan profesar de góticos y góticas, como los ángeles de La Moncloa. Sin esta educación, ¿cómo leerían nuestros escolares en el «Marca» la noticia de que a Maradona lo sancionan por mandar a la prensa «a chuparla»? A la mayoría de los internautas, que pertenecen a una generación que no ha tenido acceso al Trinixés, se les hace pequeño el castigo de la Fifa a la «Mano de Dios».


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lunes, noviembre 09, 2009

RECUERDOS DEL MURO



Se cumplen veinte años de la caída del Muro de Berlín. Abundan los reportajes que describen aquel acontecimiento. Mis recuerdos acerca del Muro son otros. En el año 1983 mis padres y mis hermanos visitamos en coche Alemania Oriental, la tierra de mi madre, la llamada “DDR”. Para los alemanes, la partición de Alemania nunca ha sido un dato de la historia. Las familias del Este de Alemania no podían salir, cruzar la alambrada. Fue algo muy doloroso. Willy Brandt lloró el día de la unificación, en 1990, y no era un hombre blandengue precisamente. 


La primera impresión que tengo grabada en la retina, es el paso por la frontera. Cruzamos por Baviera. Se veían bastantes soldados americanos de las bases, había torres de comunicaciones y repetidores de televisión abundantes. El control policial en la parte occidental fue muy rápido. Al pasar al otro lado, todo cambió. La Volkspolizei, los “Vopos”, estaban uniformados al estilo ruso, con unas gorras enormes, como si llevaran sobre sus cabezas todo el peso de la Utopía marxista-leninista. Las ventanas de la aduana estaban tintadas de blanco. Los policías, al pasar, abrían las puertas con unas llaves que llevaban atadas al interior de los bolsillos. No te podías bajar del coche. Había letreros con un militar disparando, avisando que dispararían a quien bajara del coche. Tuvimos que esperar dos horas y media, hasta que hicieron las comprobaciones de papeleo y se aseguraron el pago de no se cuantos marcos occidentales al día por la visita. La autopista hacia Leipzig y Merseburg estaba parcheada hasta la extenuación. No la habían renovado desde la época de Hitler. Daba la impresión de ser un país pobre. Al llegar a Merseburg, fuimos a visitar a una tía de mi madre, que se había quedado ciega hacía años. Se quejaba mucho de los aviones Tupolev rusos que volaban muy bajo. Ella sabía lo que era la Guerra Fría: la sentía en el tejado de su casa, una casa muy antigua. Desde que mi madre abandonó aquella ciudad, no había cambiado nada. Todo tenía aspecto de no haber sido arreglado en años, y ocurría así en todos los cascos antiguos de las ciudades. Las afueras de las ciudades eran mas modernas, con hileras de casas prefabricadas, una tras otra, copiadas hasta la extenuación desde Leipzig hasta el último rincón de Rusia. Con la familia no se hablaba de política. Se notaba en el aire el miedo a ser delatado. 


Años mas tarde, cuando vi la película “La vida de los otros” lo entendí perfectamente. No se hablaba de nada que no fueran temas familiares. Las calles estaban llenas de carteles de propaganda, con estatuas de Marx y de Lenin. Era como si la falta de confianza que existía entre los alemanes orientales, se hubiera depositado toda en manos de Marx y de Lenin, que nos vigilaban desde sus innumerables estatuas mientras paseábamos. Las tiendas tenían grandes escaparates con muy pocos productos. Por la noche, recuerdo vivamente la escasísima luz que desprendían las farolas, que daban a las ciudades un aspecto tétrico. Después fuimos a visitar Leipzig, donde vivía una amiga de mi madre. Leipzig era una enorme ciudad industrial donde se había encarnado el ideal comunista: metrópolis, masa, máquina. Para los comunistas, la Utopía Revolucionaria se construía con el ruido de fondo de las máquinas: no había música más hermosa. Pero aquella enorme concentración de industria producía una contaminación espantosa. Trotski, Lenin, Marx eran hombres de papel, castillos de letras, pero Stalin, Honecker, Ceaucescu y demás camaradas eran hombres de acción: habían destripado con el afilado bisturí de la ciencia marxista el mundo real, y había aparecido la criatura real para hacer realidad lo que decía el papel: la máquina, maquinas que escupían acero y armas a granel. Y allí estaba el complejo industrial de Leipzig para confirmarlo. De allí saldría el Hombre Nuevo, liberado. Era el primer paso, imparable, para solucionar de una vez por todas el problema del Mundo. 


Llegamos por la tarde a casa de la amiga de mi madre. Me presentó a su hijo Mathias, que era un adolescente como yo. En las casas de Leipzig, todo el mundo tenía televisión: llegaban todos los canales de Alemania Occidental, llenos de películas americanas y anuncios de coches decorados con mujeres. Era como asomarse a un pozo lleno de luz kitsch, mientras que la habitación, la calle, y el mundo real era en blanco y negro. Los Alemanes Orientales creían que aquello que escupían los anuncios de nuestras cadenas de televisión era real, era verdad. Que lo teníamos todo a nuestro alcance. Por la noche después de cenar, me fui con Mathias a dar una vuelta por las calles de Leipzig: quería enseñarme su instituto, que tenía el nombre de un pintor comunista asesinado por los nazis. Nos tropezamos con dos soldados rusos de ojos pequeños y blandos como olivas podridas, borrachos como cubas, con una botella de vodka entre las manos. Mathias hablaba bien ruso: en toda Europa del Este era el idioma extranjero obligatorio que había que estudiar durante todo el período de educación. Se rieron de nosotros, y Mathias no me quiso traducir lo que habían dicho. Demasiado peligroso. 


Mathias era un buen chaval. Nos mandamos algunas cartas. Siguió estudiando y acabó Ingeniería. El muro cayó. Después de terminar la carrera no encontró trabajo en su tierra, y se marchó a Alemania Occidental. Allí encontró el paraíso de las libertades. En la empresa lo exprimían como un limón: trabajaba en una multinacional eléctrica, donde se marcaban objetivos diarios, mensuales y anuales, once horas al día, bajo mucha presión. Y el que no le gustaba, a la calle. Trabajar, trabajar, para subir y cuidado con caer. Vino a visitarnos a España un verano. Un par de años mas tarde, su cerebro se rompió: le dio un brote de esquizofrenia, y volvió con su madre. Murió el año pasado. No pudo superar el shock de los dos paraísos. El paraíso comunista era falso, construido sobre la mentira. Y el paraíso capitalista que el había imaginado en sus sueños televisivos, era otra mentira. Vivía solo en una ciudad donde únicamente podía trabajar. No logró integrarse, siempre trabajaba con miedo a ser despedido. El mundo occidental, era un mundo en movimiento, borroso, sin tiempo para nadie, con un regusto nihilista a cenizas frías. El paraíso socialista aspiraba a dirigir las conciencias. El capitalista no sabía que era eso de la conciencia. Esa pregunta no interesa aquí, vuelva usted mañana, y mientras tanto consuma y sonría como un imbécil. Son muchos como Mathias que no lo pudieron superar. Querido Mathias: espero que hayas cruzado el muro definitivo, y que te hayas saciado con esa verdad que siempre has merecido. Saludos desde el otro lado del Muro.

[Forum Libertas]

[Diario Informacion 10/11/09]

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domingo, noviembre 01, 2009

¡ME GUSTA JALOGÜIN!

 

Halloween" es una contracción que proviene de la expresión del inglés antiguo “all hallows eve”, que traducido significa Víspera Santa, y hace referencia a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos. Los niños (y no tan niños) compiten disfrazándose y van de casa en casa exigiendo «trick or treat» (truco o regalo). La idea es que si no se les da alguna golosina le harán alguna maldad al residente del lugar que visitan. Las calles se llenan de calabazas vacías con rostro iluminadas por velas. Esta tradición proviene de una antigua leyenda irlandesa: Jack era un malvado que no pudo entrar en el cielo, ni tampoco en el infierno, porque le había hecho demasiados trucos al diablo. Por eso, vagaba por los caminos con una linterna a cuestas. Para ahuyentarlo, se ponía una linterna en las ventanas de las casas. Más adelante, en los Estados Unidos, se popularizó la calabaza vacía iluminada con una vela, que le da ese aspecto divertido y tenebroso al que nos ha acostumbrado Hollywood. En EEUU la fiesta se vive con una intensidad difícil de compartir.Las casas, las calles, los comercios, los programas de televisión y la publicidad se dedican a la noche de Halloween, que lo inunda todo. En los supermercados se vende hasta papel higiénico con brujas y fantasmas, en los colegios se hacen desfiles con niños disfrazados. Creo que es una fiesta para pasar el rato, una excusa para gastar dinero y disfrazar a los niños. Habrá gente que aprovechará la fiesta para disfrazarse e ir de botellón, mientras que otros se disfrazarán y al día siguiente irán al cementerio a rezar por sus ancestros. Me parece exagerado decir que la fiesta ataca nuestras tradiciones culturales y religiosas ¿Que tiene de religioso el turrón? ¿Ataca el turrón la tradición de la Navidad? ¿Santa Claus va a exterminar a los Reyes Magos? Halloween, nos guste o no, ya es parte de nuestra cultura. Igual que los partidos de la NBA, las hamburguesas y el cine de Hollywood. Todo eso convive con nuestros churros, la paella, los toros y el 12 de octubre, que también se celebra en EE.UU. con el nombre de Columbus Day. Además, a los críticos de Halloween, habría que recordarles que hace no mucho, en España, si que existía una adoración a la muerte, con esas abuelas vestidas siempre de luto, adorando al marido o familiar muerto a perpetuidad. Recuerdo el caso de una bisabuela mía que no pudo casarse de blanco, porque su padre había muerto hacia ... ¡diez años! y la moral oficial prohibía alegrarse siquiera el día de tu boda. Es bueno reírse un poco de las cosas serias. Además, el disfraz de esqueleto adelgaza mucho.

[Diario Informacion 3/11/09]

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