martes, agosto 21, 2007

Periodismo

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Finalmente se decidió que me matricularía en la Universidad de la Ciudad de Los Angeles. No había que abonar una fianza escolar y se podían comprar libros de segunda mano en la cooperativa de libros. Mi padre estaba simplemente avergonzado porque yo no trabajaba, y el ir a estudiar me haría obtener algo de respetabilidad. Eli LaCrosse (Baldy) había estado allí durante un curso. Él me aconsejó.

–¿Cuál es la carrera más jodidamente fácil de aprobar? –le pregunté.

–Periodismo. Sus asignaturas son muy fáciles.

–De acuerdo. Seré periodista.

(La senda del perdedor, Charles Bukowski)

[Vía]

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jueves, agosto 02, 2007

Ingmar Bergman

shouts and whispers1

Su cine metafísico es un rollazo para muchos, aunque lo hayan elevado a los altares de la fama artística. Eso de plantearse a fondo y con obsesión quienes somos, que actitud tomar ante la muerte, es una lata, un oficio de legionarios, poetas, místicos, toreros y demás novios de la muerte, que se tienen que enfrentar a ella y aprender a poner buena cara en el trance. Bergman era amable y divertido en sus entrevistas, pero sus películas son duras, obsesivamente pesimistas. Le gusta plantearse los temas ante los que hipócritamente siempre apartamos el rostro: la duda de quienes somos realmente, la enfermedad y el dolor que termina siempre en la muerte, el egoísmo y la falta de comunicación entre los seres humanos, que no logran nunca salir de sus contradicciones. Su obsesión por los espacios cerrados, que se contraponen a los espacios exteriores desolados y solitarios, son un símbolo del alma humana encerrada en el yo de una conciencia insondable y solitaria.

La razón y el intelecto, existen para Bergman, pero son superados por las pulsiones pasionales y contradictorias de la conciencia. Esas contradicciones son exploradas una y otra vez de forma implacable. El yo personal de los protagonistas, muestra a veces ciertos momentos de felicidad, rodeado por un mundo ordenado y tranquilo: casas bien amuebladas, horarios establecidos, status social seguro. Pero la razón ordenadora, no es más que la una sirvienta del yo, un yo que busca despiadadamente satisfacer su felicidad, resolver su identidad, evitar su muerte. Los demás, los otros, existen, pero sólo en la medida en que cumplen la tarea de espectadores del fracaso interior del protagonista. Los que son felices, lo son en la medida en que muestran una tarea social fundamental: sin perdedores no hay ganadores. Pero esos ganadores, lo son por poco tiempo. Tanta angustia, tanto monólogo, no sé, le dejan a uno pensativo. Fue un hombre sin duda valiente, que nos muestra su interior en sus películas, pero dudo mucho que fuera feliz.

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