lunes, octubre 30, 2006

EL ROSTRO DE LOS MUERTOS

mortuoria

Cuanto mayor es la esperanza de vida en nuestras sociedades abiertas y libres, mas se esconde a los muertos. En las sociedades subdesarrolladas, ocurre como en nuestro país hace no muchos años: los muertos estaban expuestos dentro de los ataúdes en sus casas y se sacaba una mesita de faldones negros a la puerta, donde firmaban los conocidos del muerto. Ahora, se les congela en el tanatorio y se les expone detrás de un cristal, que muchas veces está cubierto con una cortina. Por la noche, se les baja a la cámara. Ya nadie vela a los muertos. A lo más se preocupan porque no contaminen demasiado. Existe una tal Fundación Tierra que ha lanzado la idea de Eco-Funerales para disminuir el impacto ambiental de los muertos. No es broma.

Pero no todos los muertos son iguales. Hay algunos cuyos rostros tienen la belleza de lo acabado. La vida ha abandonado esos ojos, esos labios, esa frente. Pero la vida que ha huido ha dejado la marca del destino cumplido. Creyentes y no creyentes, todos quieren acabar con su tarea de manera digna, no dejar a medias su vida, sembrar en la dirección del viento para que el fruto sea recogido por la generación siguiente. Por eso, se puede intuir en algunos rostros la serenidad, la belleza. La encina, conserva más un rayo de sol que todo un mes de primavera, y el rostro de esos muertos serenos, acabados y cumplidos, encierran todas las etapas e incógnitas pendientes por recorrer por nuestra condición humana, desvelando un poco más el sentido de nuestras vidas.

Esos rostros serenos y calmados de nuestros muertos, son el resultado esculpido de la suma de momentos únicos, que han pasado para siempre, que se han ido acumulado y fijado como erupciones de lava incandescente, con su carga de sufrimientos y alegrías, errores y aciertos. Esos hombres y mujeres acabados, cuando presienten el fin, lo esperan serenos, y entregan el testigo que marca el camino futuro a los que tienen alrededor, tal y como le ocurrió a Gandhi, en las vísperas de su asesinato. Esos rostros llegan a la meta, y por eso nos llegan al fondo.

Y queda la tumba, que nos mira con una mirada dura, tan poderosa como la muerte que ella misma representa. No nos gustan las tumbas. Esparcimos las cenizas en el monte, el mar, porque las tumbas nos queman con su bilis el aliento de nuestras ganas de vivir fluyendo sin fin, sin orígenes ni metas, sin héroes y sin lápidas. Habla Olegario González de Cardenal: “En el primer día libre, tú y tus hermanos volvéis a este lugar y en esa piedra grabáis el nombre, la fecha de nacimiento y la fecha de la muerte de vuestro padre, porque quien no tiene nombre, lugar y tiempo, no existe, y si nadie le recuerda, no es persona. Y si él deja de existir con nombre y tiempo, dejáis también vosotros de existir, porque cerrados sobre vosotros mismos y olvidados de vuestro origen no sabréis quién sois, de donde venís, de quién sois, y ante quién estáis. Os habréis olvidado de vosotros mismos, al olvidar el lugar y los signos que mantienen viva la raíz amorosa de la que habéis surgido”. Así sea.

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FRASES PARA PENSAR

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Frases impactantes que me han llegado últimamente:

NACIONALISMO

Miguel Porta Perales:

En su libro «Si un persa viatgés a Catalunya»

¿A quien pertenece la cita?: "Renacido el espíritu inmortal de nuestra raza, toma posesión victoriosa de esta fortaleza para celebrar en ella "de nuevo unas Cortes nuestras, que dictarán leyes nuestras, en nuestra lengua"

Respuesta: Lluís Companys

Adjunto otra cita para comparar:

Francisco Franco:

"Un estado totalitario armonizará en España el funcionamiento de todas las capacidades y energías del país"

(Discurso sobre el tipo de Gobierno que ejercería)

LITERATURA

Jorge Luis Borges:

La palabra rosa es la rosa, y la palabra Nilo es todo el Nilo

SENTIDO DE LA VIDA

Luigi Giussani:

"Camina el hombre, cuando sabe bien a donde ir"

ÉTICA

Jose Antonio Marina:

"Hemos inventado la música de cámara y la cámara de gas"

Jose R. Ayllón:

"Es necesaria una brújula que nos oriente en el confuso mar de la vida. Eso es la ética (...) La ley de la selva sólo es buena para la selva" (Del libro Etica Razonada)

SOCIEDAD DESVINCULADA, RUPTURA ANTROPOLÓGICA

Antonio Rouco Varela:

"La visión del dolor, de la miseria física y moral, de la desestructuración de las personas y de las familias, la constatación de la frustración y de la desesperanza que embarga a tantos de nuestra sociedad se oculta y encubre sistemáticamente"

(Discurso apertura Asamblea Sinodal de Madrid, 2005)

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miércoles, octubre 11, 2006

La pasión de Anna Politkovskaya

Era una niña de la élite, y lo sabía. Sus padres habían sido diplomáticos en la sede de la ONU en Nueva York, donde había nacido, y eso le permitió ir a las mejores escuelas rusas y leer libros prohibidos que no llegaban a su país. Pero, fue durante esa niñez cuando se forjó su odio a la mentira. Esos cuchicheos en casa, ese miedo disfrazado de diplomacia, hizo que se templara en ella un amor desmedido por la verdad, más fuerte que su mítico valor, más allá de sus ganas de vivir. La búsqueda de la verdad, el deseo de contar sólo lo que pasa, es la razón de ser del periodismo, tal y como siempre defendieron gente grande como Indro Montanelli o Luka Brajnovic. Sus asesinos la mataron de una manera zafia, el día del cumpleaños de Putin y dos días después del cumpleaños del nuevo matarife-gobernador de Chechenia, un tal Kadyrov, hijo del anterior carnicero-presidente, que tiene incluso un ejército privado denominado Kadyrovtsy. Está claro quien dio la orden. El último trabajo que estaba preparando Anna, hablaba precisamente sobre casos bien documentados de torturas. El expediente estaba en su ordenador, y se llamaba exactamente así: “Kadyrovtsy”. Cuando la asesinaron, lo primero que hizo la policía fue llevarse su ordenador. Ese artículo no saldrá nunca a la luz, pero ella ya estaba acostumbrada. Su libro, la Rusia de Putin, un bestseller traducido a numerosos idiomas, no ha sido nunca publicado en Rusia.

Era una mujer guapa y tímida, siempre seria, con unos ojos miopes que te miraban fijamente, que emitían un hilo de brillo sutil que llegaba desde lo más hondo y te acababa por conquistar. Su determinación me conmovía siempre, recordándome las palabras de Teresa de Avila, una determinada determinación de no parar hasta llegar, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, siquiera se hunda el mundo, siquiera se muera en el empeño. Por eso era tan enormemente popular y tan querida en Rusia. Por eso estaba tan sola. A ella sólo se acercaban dos tipos de personas: los que querían matarla, y los que sabían que iban a morir al darle una determinada información. Los demás la abandonaban, como su marido, ese cobarde, que la dejó en 1999. A los hombres-niño, siempre nos han enseñado las mujeres-madre como ella, de qué hebras humanas está hecha la valentía. Que se lo cuenten a las madres de la Plaza de Mayo.

El principio de su fin comenzó en 1998, cuando fue a Chechenia a entrevistar al presidente

Maskhadov. En 1999 estalló la segunda guerra de Chechenia, y ella intuyó que esa guerra era el principio del fin de la libertad en Rusia, porque Putin la utilizó para hacer subir su popularidad y asegurarse la elección en Marzo del 2000. La guerra fue absolutamente brutal, y prueba de ello son las terribles imágenes que se pueden encontrar en Internet de la ciudad de Grozny antes y después de la guerra (ver aquí). Parece un queso gruyere, y eso que la imagen está tomada a cientos de kilómetros desde el espacio. Anna fue decidiéndose cada vez más a contar lo que pasaba allí, y su táctica fue muy simple. Contaba lo que veía, doliera a quien doliera, y que mejor sitio para analizar lo que pasaba que ir de visita a los hospitales de campaña y los hospitales civiles. Sus artículos estaban bien documentados, y criticaban también ferozmente a la guerrilla. Pero los chechenos, a pesar de haberla querido matar en numerosas ocasiones al principio, la respetaban. Por eso le pidieron que hiciera de mediadora en la crisis del teatro de Moscú. Por eso trataron de envenenarla cuando se dirigía a Beslán para mediar en el secuestro de la escuela.

Conocía bien a su pueblo. Una vez comentó que la mayor tragedia del pueblo ruso era su status de esclavos y su fascinación por la esclavitud. Si como dijo Chesterton, la tradición es la democracia de los muertos, en Rusia ha habido muchos esclavos, y por eso los rusos no saben vivir en libertad. Pero Putin debería tener cuidado. Pascal comentó una vez que si la curvatura de la nariz de Cleopatra hubiera sido distinta, la faz de la tierra habría cambiado para siempre. La Historia tiene esos caprichos, señor Putin. Los pueblos respiran con los dos pulmones de la memoria y la esperanza por la boca de la verdad. Puede que a veces cometan el error de respirar más con la memoria y olvidarse de la esperanza, como ocurre con los nacionalismos. O puede que sea al contrario, y se obsesionen con el futuro de la utopía, de la que se espera casi todo, como ocurrió con los revolucionarios del XIX. Pero a un pueblo no se le puede tapar la boca de la verdad siempre. Su régimen señor Putin, es una dictadura moderna, basada en monopolios del gas y el petróleo, y en el control del arsenal atómico. Con el dinero de ese monopolio, una banda de delincuentes gobiernan Rusia, con la UE mirando para otro lado. Eso no es un estado, sino una banda de ladrones, porque falta la justicia. Ya lo advirtió Agustín de Hipona hace 1600 años señor Putin.

El miedo ha movido a los asesinos de Anna, pero con miedo no se puede vivir eternamente. Anna sabía como Sócrates, una de las columnas de la civilización europea, ya advirtió a los atenienses que la podredumbre moral es ignorancia, y que más vale sufrir la injusticia que realizarla, porque realizarla supone ignorar que el mal daña más radicalmente a quien lo realiza que a quien lo padece. Por eso Sócrates prefirió morir a dejarse corromper. Por eso Anna es y será grande, y su memoria arde como una zarza encendida e incombustible. Por eso, ella es la punta de un iceberg que brilla como un diamante en el océano de la mentira, esa testosterona con la que dopa Putin su imperio con pies de barro mediático-estatales. Descansa ya en paz, Anna. Si tú no existes aquí y ahora, es que no exististe jamás, y eso es simplemente mentira. Tú lo sabías, y por eso no te detuviste jamás.

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