lunes, julio 10, 2006

RATZINGER PARLA VALENCIÀ

En la Odisea, Homero cuenta la historia de Ulises, atrapado muchos años en la isla de la musa Calipso, una diosa, adornada con todos los encantos de la feminidad, que le corteja una y otra vez para que olvide su origen, su casa. Pero, Ulises, rechaza la inmortalidad que le ofrece, porque no puede olvidarse del centro de gravedad de su humanidad, de su origen, y quiere volver con su mujer Penélope, que no es musa, que ya tiene años y arrugas, que es mortal como él, que recorre la vida como él, con sus sufrimientos y sus pruebas. Ella es alguien que le puede sorprender y él es alguien que la puede comprender. Penélope le es fiel, y lucha contra viento y marea contra numerosos pretendientes, que se comen la hacienda de Ulises, porque para los griegos la hospitalidad es sagrada. La casa es habitable, es hospita en vez de inhospita, y allí se cuida a los buenos y a los malvados, porque los malvados, tal y como enseñó Sócrates más tarde, son enfermos y necesitan la curación de la sabiduría.

La casa, la familia, el genoma de cada uno, es la viga que sostiene todo el edificio de lo humano, pero lo humano requiere un enorme cuidado, porque lo humano se compone de pasiones, que elevan o arrastran a lo más alto o lo más bajo, nos hacen más que hombres, o menos que bestias. Omnia vincit amor, et nos cedamus amori, dice Virgilio. El amor lo puede arrastrar y arrasar todo, es un elixir que hace saborear la dicha más alta, tan fuerte, que no se elige, sino que se impone como una necesidad sobre cada uno de nosotros, como dice Benedicto XVI en su primera encíclica. Por eso, es una fuerza que nos eleva, pero que también puede destruir lo más valioso, lo más elemental. El antropólogo Lovejoy está de acuerdo con B16 en este punto, cuando dice que para los homo sapiens bípedos, que eran cazadores y recolectores, el identificar a la hembra y a su prole, no fue nunca una cuestión baladí, porque confundirse de hembra o prole, acortaba de forma segura la vida del que se equivocaba. Los celos pasionales, han sido peligrosos e ingobernables desde siempre.

La familia, es ese lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, decía un tal Chesterton. Lo que es menester, es que no sólo nazcan y mueran, sino que vivan en ella hombres y mujeres, niños y viejos, sanos y enfermos. B16 viene a hablar de que es posible elevarse a lo más alto, sin perder el punto de apoyo en el suelo. A ese punto de apoyo, la Iglesia lo llama “gracia”, y sostiene tozuda, que Dios ayuda a dominar los peores instintos y las mejores ilusiones.

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